Estos días de confinamiento debemos ser más resilentes: encontrar la parte positiva a las adversidades. Estar encerrados en casa no es nada gratificante, sobre todo en los casos en los que se debe estar muchas horas a solas o, por el contrario, con mucha gente rondando por casa. No encontramos nuestro espacio personal, aquellos momentos de paz y tranquilidad o, en otros casos, el silencio resulta ensordecedor.
A pesar de que nuestro hogar es nuestro refugio, descubrimos que hay cosas que no funcionan en casa. Que no siempre responde a nuestras verdaderas necesidades y que no ha evolucionado lo suficiente como para adaptarse al nuestra familia.
Ahora disponemos de tiempo. Por qué no aprovechamos para contrarrestar tantos meses de procrastinación. Eso de dejar para más adelante lo que deberíamos haber solucionado en el momento en el que se deterioró. ¿Conocéis la teoría de los vidrios rotos?
Aplicada al mundo del interiorismo seria como la sensación de falta de cuidado ante un objeto que se ha deteriorado por el paso del tiempo pero que, en un inicio, cuando era nuevo, lo cuidábamos para mantenerlo en perfectas condiciones. En el momento en el que sufre la primera marca de desgaste el objeto pierde su aura de perfección. A fuerza de acostumbrarnos a su aspecto raído, perdemos interés en su mantenimiento.
Te invitamos a repensar tu casa como si todo fuera posible. Haz una lista de desperfectos que se deberían solucionar, pero también de deseos. ¿Cómo crees que debería ser tu casa ideal? Ahora que el reloj parece detenerse por momentos, recuperemos un espacio de introspección para reflexionar sin las prisas y el estrés de la cotidianidad.